Bailando rock con Jimmy Hendrix en Museo Rock de San Telmo
con las pendejas màs hermosas y jiponas del universo
del universo rockero al menos
el universo rollinga con sus flequillos
sus remeras con esas sus grandes lenguas stonas
y sus elèctricas guitarras
dando vueltas girando sin parar
bajo los grandes cielos nocturnos tachonados de estrellas
y de una luna llena menstrual y làctea
para no hablar del bajo: ese maldito instrumento endemoniado
marca el ritmo bailable
al tiempo que la viola enhebra melodìas y riff
tomados de la mano bailamos mientras me sonrìes
y me miras a los ojos obnubilada
pivoteamos sobre la punta de nuestros pies
vislumbrando
el orgasmo futuro y cercano
viejos arcanos y antiguas orgìas dionisìacas
Nietzsche mediante
recuerdo tus ojos ya en blanco
entornados
y tu boca entreabierta
con tu lengua hùmeda y roja
como una llama roja
como tu cabellera larga y mojada
en efecto: hacìa un calor intolerable
francamente insoportable como tu belleza infernal
me hablabas al oido
pero no escuchaba nada
debido a los altos decibeles
y a su mùsica diabòlica y màgica
que tenìa el efecto de enloquecerme de remate
como si mi vertebral columna
fuera una caña flexible y pensante
ah jimmy jimmy reverendo hijo de re 1000 putas
què y còmo carajos hacìa esas distorsiones sagazmente depravadas
con la elèctrica viola
violero maldito
guitarrero infernal
como los criollos violeros que pobres y borrachos de hambre
suben a tocar y a cantar a medianoche
al colectivo atestado de bellos durmientes
laburantes o estudiantes
que vuelven a su hogar
mientras todos miran sus putos celulares
esos mierdosos videitos viciosos
que te comen la cabeza
y te rompen la cabeza en 100.000 pedazos!!!
la luz fantasmal de los celulares
en medio del bondi nocturno
y el criollo violero remedando a jèndrix
como si se tratara de un
imposible amor
un platònico
amorìo
cavernoso
y arltiano
el violero loco y locuaz
que toca un par de temas o
musicales piezas
y ya quiere cobrar
solo queda al bajar
con su viola destartalada y vieja
en medio de la noche de Boedo
mientras el 126 sigue su itinere
maldito jèndriz en las mañanas invernales e
infernales de Caballito
al ratearnos de la escuela
en esos viejos discos
pero vuelvo a sentir tu mano en la mìa
mientras bailamos y giramos
en una linea
sonriente me miras a los ojos
presagiando un efimero pero tronante polvo
suena la baterìa como cañones
y es el
FIN